Dicen que el que calla otorga... así que yo no me quiero arriesgar demasiado.

martes, 26 de marzo de 2013

Chop chop chop chop

La lluvia no me parece buena compañera de viaje si no hay olor a tierra mojada en la trastienda.
Lo bueno parece menos bueno, y lo malo no se puede ni mirar. Es como oír a alguien que llora sin parar. Y aunque somos egoístas, nuestra pequeña empatía nos hace querer mojar la almohada con la primera frase bonita que llega a otros oídos. Y tú la escuchas de lejos, como diciendo "qué bonito", cómo pensando "mierda de películas". 
¿Pero sabéis que es lo mejor? Pasarlo por alto, salir a la calle, mojarse, y darse cuenta de que si le hemos dado vueltas a todo esto es porque estamos vivos.
Hakuna matata
Me gusta que el ruido de los coches lo tape la buena música, la gente que se ríe sola por la calle, los que pasan del qué diran, y los que no dicen.
Me gusta reír de aquello que me sale mal, y llorar con una canción que quizás nadie interprete así. Y contar chorradas. Eso me priva.

viernes, 22 de febrero de 2013

"No descartes nada"

Dicen que de ilusiones no se vive... y lo mismo la sabiduría popular tiene razón, pero está claro que todos escuchamos aquello que nos interesa, así que... que digan lo que quieran. Que nadie os arrebate la ilusión, las conversaciones nocturnas con uno mismo y el pasarse de parada de autobús.
Nunca sabes cuándo algo es cierto y cuándo era el diablillo el que tenía razón, el juego es demasiado emocionante. No os descartéis antes de tiempo, y siempre, siempre, guardad un comodín en el que apoyarse por las noches.


miércoles, 6 de febrero de 2013

Cri,cri.

Esa sensación parecida a la felicidad que recorre tu cuerpo centímetro a centímetro a base de cosquillitas, como sin querer avanzar. Placentera, a veces momentánea, indescriptible.
Y a veces, por un motivo que muchos no comprenden, que otros tantos no conocen, y que el aire no consigue llevarse.
Para ponerle cara y voz, es la misma sensación que produce tras horas caminando hacia ningún sitio verte rodeado de todas partes y respirar profundo. Muy, muy profundo. La sensación de estar esperando a respirar muy, muy profundo de nuevo ya la dejamos para otro capítulo.

domingo, 3 de febrero de 2013

Silencio, se rueda. Y rueda, y rueda...

Eso de que los silencios son incómodos lo inventó alguien a quien no le gusta pensar.
Nunca sabremos si en medio del silencio ha sonado un mudo "estoy recorriéndote sin que te enteres", o un estruendo que ha acabado con el mundo. Si risas de niños han retumbado sigilosamente jugueteando entre árboles marchitos. Tanto centrarnos en no oír nada nos tapa la nariz y nos perdemos el aroma a tierra mojada por la tormenta. Aroma que arropa, que grita, que calla. Igual de ahí viene todo. Aroma que añoras.
Son solo hipótesis del silencio...
Nunca sabremos las historias de la gente que ha estado en silencio alguna vez, pero la imaginación está para algo. Es como ponerles día y noche a esas personas que ves corriendo detrás de un tren perdido. Pobres, si pierden ese tren, no podrán llegar a tiempo a recoger a su dragón domado y dominar el mundo. Creo. 

+Joder, los silencios incómodos son una mierda. 
-Cállate y cierra los ojos.

Chachachá



Cuando disfrutas, cuando ríes, cuando quieres parar el tiempo, cuando cambias de humor, cuando lloras, cuanto el mundo se te come, cuando te traga. Cuando te preguntas cuándo.
Donde estuviste, donde estás, donde estarás, dónde estarás, donde quieres estar, donde debes estar, donde reíste, jugaste. Donde te preguntas dónde.
Como antes, como después, como en el pasado, como en un futuro, como niños, como adultos, como payasos, como mimos, como sin mimos. Como te preguntas cómo.
Que sí, que no, que merece la pena, que quizás no es adecuado, que da miedo, que te atreves, que lo pensaste y descartaste. Que te preguntas qué.
Siempre que te preguntes que cómo, cuándo y dónde, nunca te respondas quizás, quizás, quizás.
El ser persona merece ser. Que un día no habrá cuándo, ni cómo, ni dónde, y nos arrepentiremos de qué, de todo y de nada. 

sábado, 2 de febrero de 2013

Cuerdas y cuerdos

Esa sensación de tener los pelos de punta. De creer que el mundo se ha parado. De imaginar, de sentir, de estremecerse. A veces tan solo con una voz y unas cuantas verdades que ni siquiera se dirigen a ti y que humedecen la noche. A veces tan solo entre unas abandonadas sábanas y un cojín que te abraza en la noche. Entre unas gotas que mojan risueñas tus ojos en mitad de la calle queriendo que te pierdas. Tan solo porque sí, sin saber por qué.
Es la gracia del juego. Las sorpresas y los momentos que quizás nadie más conozca. Tampoco tú.

martes, 8 de enero de 2013

Trayectos

A veces el azul del agua es capaz de reflejar la mayor de las sinceridades. La timidez, y la fuerza al mismo tiempo. Las palabras calladas. Puede absorber sin nunca jamás ahogar a nadie. 
Aunque los ojos sean los de un completo desconocido.

lunes, 7 de enero de 2013

Entradita

Muy fan de las frases con doble sentido, de las palabras con diminutivos, y de la gente que es tan tonta como yo, y se ríe con cosas como esas por largo que haya sido el día.
Muy fan de la gente que se enamora de cada día.

Amigos mudos

Estaba harta de preguntas. De ausencias presentes y de presencias ausentes. Ese cerebro suyo parecía un periodista barato.
Pero mirar a la pared siempre le tranquilizaba. Gris. Como ausente de color. Como diciendo: "puedes cerrar los ojos y ponerme el color que te dé la gana". Como señalando unas páginas vacías que pedían a gritos que alguien escribiese palabras en ellas. Y las fotos en blanco y negro parecían estar de acuerdo. Al verlas, sabes que podrían ser de cualquier momento. Sabes que tienen un color que tú mismo eliminaste. Y el esfuerzo de recordarlo, de acordarte del azul de aquel cielo, o del verde de aquella hierba, merece la pena. Sí, puestos a hablar de cosas que quizás nadie lea, los colores no son un mal tema. 
Merece la pena como tantas otras cosas.
El micrófono parecía haberse roto. 

-¿Te pasa algo?
-De todo y de nada.
Y con una risa leve y un guiño coqueto a la pared, marchó sin oír nada esta vez. ¿Un guiño coqueto a su propia persona? 

sábado, 5 de enero de 2013

Gustos primos

Me privan los abrazos espontáneos que atrapan como una red. Los niños que te sonríen por la calle disparando ilusión. Tapar mi cabeza con las sábanas después de un día de mierda. Descubrir música nueva y escucharla hasta que se desvanezca. Sentir como el agua caliente me retiene. Ver llover siempre que las gotas impacten en hierba. Gritar cuando consigo algo. Pegar fotos en la pared. Cambiar las cosas de sitio. Escribir cosas que no vienen a cuento.
Es... como... magia. ¿Sabéis que se pueden sumar infinitas cosas y que el resultado sea... ¿1?
Es... como... magia.

Somos pequeños, mis pequeños

Estoy segura de que no soy la única que sube al autobús y se piensa que todos los habitantes en él le miran pasar y saben de dónde viene y a dónde va. Que siente como el objeto con el que ciertos desconocidos practican miradas asesinas por la calle. Que interpreta palabras como quiere cuando ni si quiera se dirigen a ella. Que se pone un calcetín de cada color y por el camino siente que todo el mundo mira y ríe. Que para en un semáforo y tiene la sensación de que cada coche controla un movimiento, un pestañeo. Que piensa que es la única persona en el mundo que no duerme por dar vueltas con cabeza y cuerpo.
Pues no sé vosotros, resto de la población, pero yo luego veo una foto del universo, se me pasa, y soy feliz en mi desapercibida y discreta locura.

¡Pasajeros al tren!

Somos pasajeros de un tren que no sabe cómo seguir las vías, de un autobús que peligra de quedarse sin gasolina, de una bicileta con la cadena rota, de un coche con la batería agotada, viajeros en un mundo empeñado en empujarnos para que bajemos en la siguiente parada. ¿Qué se cree?

Pues seguiremos andando, sacad las botas del armario amigos, queda mucho camino por recorrer. En el barro nos revolcaremos como niños manchándonos hasta el carnet de identidad, para que nadie sepa quién somos en realidad, porque no somos nadie en realidad, porque no valemos nada en relidad. 

Pasajeros, solo pasajeros. Los charcos los saltaremos con la inocencia que ello merece. Los ríos los cruzaremos y navegaremos en una tabla de siete maderas, una por día de la semana, semana por semana, siete si hacen falta. Saltaremos los árboles de uno a otro, hasta que la risa se fusione con el grito. Y la tierra la recorreremos andando, con un dolor de pies que será tabú, una mochila llena de vacío, y unos pelos locos. 

Cantaremos hasta que los pájaros nos entiendan y deseen contestarnos, y bailaremos como gotas de agua. Transparentes, bellas, silenciosas, rítmicas, naturales. Iremos de la mano para no perdernos y sí tener conectadas las alegrías y los miedos. Y disfrutaremos de la Naturaleza, y le diremos al mundo que esta no es nuestra parada, pero que podemos bajar si lo desesa. Y seguir a nuestro ritmo, que somos capaces de todo. Y arreglaremos el tren si hace falta, y... y... y...

... y... mierda, el despertador.

Biografía multiusos

Sí. Quizás me mate el nerviosismo, la indecisión. Me caigo bastantes veces, me tropiezo, pero intento mantenerme en pie. A lo mejor me lo tomo todo muy en serio. Una cosa mala a veces me tapa cien buenas. Quizás a veces incluso me paso de payasa. No me veo capaz de algunas cosas, y me emparanoio con otras tantas. Soy rara, sí en muchos aspectos. Me gustan cosas diferentes a mucha gente, y a veces eso a lo mejor me perjudica. No sé decir no. Quizás me pase de conformista. No soporto la lentitud, el griterío y la aglomeración. Me cansa la gente hipócrita. Pero ante todo, sé que al fin y al cabo hay que afrontar todo, lo bueno y lo malo. No todo puede ser de color de rosa. Pero al final todo debería llegar, la vida no es tan injusta. Uno tiene sus defectos y situaciones, y hay que saber jugar la partida que te ha tocado. 

Cada uno es cómo es, y cada uno es especial. Siempre se dice que hay que saber valorar lo bueno de uno mismo, y por supuesto es muy cierto. Pero si juntas lo bueno y también lo malo, se junta todo lo que te hace ser tú, lo que te hace ser diferente. Diferente… pero al fin y al cabo, siempre habrá alguien parecido a ti. Nadie está solo =)

Tutorial de búsqueda

Soplaba el viento como si ese fuese el último día en el universo. El cielo lleno de hojas que parecían huir. La calle vacía de gente que parecía huir.  

Y en ese rincón despiadado, entre árboles secos y tímidos rayos de sol, sentada en un banco que parecía mordido por el tiempo, estaba ella. Esa persona que injustamente no era ídolo de nadie, ni de sí misma. Esa persona que, sin embargo, con los ojos cerrados reía creyendo que sus melenas volaban al viento porque era la gran protagonista de la película que pronto todos mataríamos por ver.

Esa persona que fue corriendo a buscar ese banco y esa sensación a la vez que  leía estas líneas. Y solo hay una manera de que eso pueda ocurrir, el banco no puede andar muy lejos.

Tic, tac, tic, tac...

Rotos y descosidos

Hay cosas incomprensibles.

No siempre son a qué huelen las nubes o qué mierdas está pasando aquí. A veces son simplemente sensaciones que no sabes por qué puerta han entrado. Voces que salen de ti y no reconoces como propias.

A veces son un simple algo que aunque no debería sorprender, una caja con lacito que gusta tener en la estantería. Un jarrón feo que no sabes dónde poner.

Son simplemente mañanas que te despiertas con ganas de desayuno en la cama y te conformas con una galleta sentada en el sofá.  Noches de frío en las que ningún transeúnte aleatorio te presta su americana. Las películas mienten como descosidos. Descosidos que desencadenan el fin.

Son simplemente noches que duermes, bailando, tranquilamente. Al son de vete a saber qué.

Idioteces capicúas

Es muy frustrante jugar a las siete diferencias y no poder dar con la solución.

Pero más frustrante es la gente que ni siquiera se para a intentarlo.

¿Qué diferencia un día de mierda de un día bueno? Quizá la presencia el día del diluvio universal. Hay quien se tuvo que llevar paraguas de casa. Hay quién ni siquiera lo encontró, y sigue mojado en la calle sin nadie que le preste su chaqueta.
Encontrarme gente por la calle que se cree normal, me fascina. Es entretenido al fin y al cabo. Por eso debe de comprar tanta gente el periódico por las mañanas.

Es muy frustrante jugar a las siete diferencias y no poder dar con la solución.

¿Años?

Sí, años, años. Y cuándo se acaba un día... ¿qué? Nos quedamos tan tranquilos. Como si no nos fuese la vida en ello. Como si tuviésemos vida.

No hacemos balance entonces, no interesa. Vale más olvidar los “no puedo” que hemos pensado a lo largo del día. Guardarlos en un cajón tirando la llave. Hasta que un día se abra y pensemos “por qué cojones no cambiaría aquel día de opinión”. Y nos queremos acordar solo de esa sonrisa que hemos arrancado. O que, pensamos que hemos arrancado. Y nos tapamos los oídos cuando ese diablito del hombro nos dice que hay que trabajar duro para que eso siga ocurriendo. 

Preferimos dormir. Porque en la noche, la cabeza se sube a la noria y no baja. Te atasca, te rasca, te saca, te placa. El viento parece hablar, y las guitarras suenan solas y desafinadas. Con los ojos cerrados todo parece más bonito, pero así jamás sabremos si estamos escribiendo en línea recta. Así jamás veremos después si hicimos lo correcto. Si tiramos la confianza en uno mismo a la basura, o la guardamos debajo del colchón, como si de oro se tratase. Con los ojos cerrados no podremos sentirnos como unos niños despiertos cual día. Jamás. Jamá. Jam. Ja. ¡JA JA JA JA! NO.

No, esto no es un monólogo. Una voz en vuestra cabeza debería haber estado hablando también. Y si no lo ha hecho, es porque está preparando un método para que jamás durmáis antes de tiempo.